Primer relato corto

Menos de 50.000 años.

Nos situamos cerca de lo que hoy es la depresión de Farafra, en Egipto, a la izquierda del Nilo. Eran todo lagos y ríos, con una vegetación exuberante. Por todas partes crecían árboles que daban fruto de forma escalonada. Había multitud de animales salvajes que se podían cazar fácilmente como cabras, antílopes, conejos, etc., aunque también había muchos depredadores que mataban a los humanos solitarios o descuidados; pero si iban en grupo eran ellos más peligrosos, y estaban mas seguros. También habían aprendido a pescar fácilmente cortando el agua en los riachuelos pequeños.

Dominaban el fuego y aún tenían no alfabeto, pero se comunicaban perfectamente con gestos de expresión y gruñidos, y también pronunciaban algunos monosílabos y nombres cortos que asociaban a las personas.

Tor, el macho dominante de aquel clan estaba furioso. Habían tenido problemas con el reparto de comida, pero esta vez entre los miembros de su clan, no con otros clanes, como era habitual. Un chico joven pero en flor de la edad, Zar, le llamaban, había cazado una cabra en un risco despeñándola, y otro chico mayor que él, Isis, la cogió en la parte de abajo y la llevó a los riscos que los albergaban como si la hubiese cazado él. Esto enfureció a Zar y a la entrada de los riscos lo alcanzó con la cabra, y en presencia de todos lo atacó con un trozo de ramºa que usaba como arma, le dio un golpe en la cabeza y lo dejó inconsciente. Se explicaba con gestos señalándose a él, la cabra y al risco desde el que la empujó: –yo la empuje y la tiré, la maté y es mía, no de Isis!! Al momento bajó la cabeza, hizo un gesto amplio con un brazo, y dijo: –bueno de todos.

Tor, enfurecido, le quitó la cabra, trató de golpearlo con el puño, pero Zar lo esquivó, lo que enfureció aún mas a Tor. Zar escapó corriendo y se quedó sin cabra y sin cena y tuvo que dormir en el borde de los riscos, donde se podían acercar los lobos de la pradera o los grandes osos pardos. Al día siguiente tampoco pudo acercarse a la comida. Tor estaba vigilante a ver si lo veía para zurrarlo y no se atrevió a acercarse. Pero ahí estaba Nan, una joven bonita que le ponía ojillos, y él a ella. Se gustaban, pero no se acercaban mucho, porque los jefes del clan no querían mas niños, ya había mucha gente.

A Nan le tocó un trozo de cuello bien asado, aunque con muchos huesos. Masticó un poco a la vista de todos y poco a poco se escabulló. Guardó la comida en una doblez de las pieles de conejos con la que se cubría y se fue a buscar a Zar. Tardó en encontrarlo porque se había escondido detrás de un árbol que daba unos frutos con pepita muy sabrosos, desde el que podía escapar fácilmente. Lo difícil era subir y ponerse detrás.

Cuando lo vio, sintió que ardía por dentro, y él se quedó inmóvil. Ella sacó la comida y se la ofreció. Él la cogió con avidez y le dio dos bocados rápidos a la carne, pero se dio cuenta que ella no había comido, se paró, y se la ofreció de nuevo.

Salta y ven aquí, le dijo por señas, este lugar es seguro. Ella le dio la mano, se encaramó con trabajo y saltó al otro lado con la comida en la otra mano. Cuando estuvo junto a él empezó a temblar y él la abrazó, y acto seguido empezó a llorar. Él la besó y se fundieron en el abrazo, pero ella lo apartó de repente y se quedó seria. Se sentó, comió un poco y le dio el trozo a él que también comió. Así estuvieron hasta que lo hubieron comido todo, incluido el hueso. Cuando acabaron se quedaron callados y en silencio. Ella muy seria y triste y él expectante. –Que pasa, preguntó él con un gesto. Nan se levantó furiosa resoplando, con los puños cerrados dando pasos atrás y adelante. -Es Tor, Tor!

Hacía como tres días había tenido un problema con Tor. Estaba cerca de su guarida con unas amigas cuidando los niños. La llamó y con una sonrisa le preguntó si le gustaban los niños, ella asintió y el la señaló a ella y a el y le dijo con la seña tu y yo…pero ella negó con las manos. Entonces el le metió una mano entre la piernas a apretó. Ella grito de dolor y pidiendo socorro y varias personas fueron allí corriendo, pero al ver que era Tor, se pararon y se fueron. No obstante, el saco la mano mientras la sujetaba con la otra y le dijo por señas hecho una furia: –A ti te gusta Zar! y no permitiré otra pareja ni más hijos, salvo que sean míos. Ella se hizo la débil y aflojó la tensión, pero se agachó y le mordió el brazo haciéndole sangre y causándole gran dolor. Salió corriendo y se escabulló. A los pocos pasos ya se sentía segura porque podía correr más que él y cansarse menos, y la mayoría de la gente estaba el contra de Tor, aunque le temían a él y a sus amigos; todos de una gran brutalidad. Así que se paró se dio la vuelta, se agachó tocando con las manos el suelo y emitió un resoplido con un gruñido como las panteras cuando se lanzan sobre la presa. Hasta aquí todo normal; eso era muy frecuente en todas las tribus, pero lo peor viene ahora. Él la señaló con la mano izquierda y con la derecha trazó una curva en el vientre simulando la curva de un embarazo, y sin dejar de señalarla a ella con la izquierda se señaló a si mismo y luego pasó si dedo pulgar por el cuello: –“si quedas embarazada te corto el cuello” quería decir. Ella se asustó y empezó a sollozar tapándose la cara con las manos. Ya no corría, le daba igual: estaba condenada, sabía que era verdad, la mataría fijo, fijo. Las otras mujeres la cogieron y se la llevaron para consolarla porque sabían bien lo que se sufría, a ellas les había pasado algo parecido, y no se podía hacer nada. después de todo, más hijos no se podían alimentar y se matarían unos a otros por la comida.

Nan lloraba en silencio mientras se lo contaba y él la miraba con los ojos encendidos de rabia.

Se puso de pie de un salto, cogió aire señalando su frente, su pecho, levantó un brazo y dijo -“hay una solución”. Ella negaba con la cabeza gacha y la mirada en el suelo, pero Zar se agachó, la cogió de las manos y seguía diciendo hay una solución, y ella seguía negando y llorando. La zarandeó de los hombros, le obligó a mirarle y vio sus ojos tristes y resignados. Puso una rodilla en el suelo, le levantó cara con una mano se señaló la frente y la levantó señalando el horizonte. –“hay una solución, nos marcharemos”. La cara de Nan negaba, pero de pronto se iluminó y empezó a temblar, había oído que otros grupos antes se habían marchado, pero ninguno había vuelto, no se sabía si era verdad o mentira.

Motoro, dijo Zar, –iré a ver a Motoro el hechicero, él sabe el camino y me lo dirá. –No no, dijo Nan, mi madre, mi hermano pequeño Jam, mis amigas… No quiero perderlo todo.. y Motoro es hombre malo, es peligroso…

-Me arriesgaré, dijo Zar, -no hay mas remedio. Cazaré para él unos conejos y procuraré llevarle frutas, creo que me lo dirá. Iré armado por si acaso.

Y tu madre, tu hermano y muchos mas vendrán con nosotros. Tenemos que ser precavidos, si se entera Tor nos corta el cuello. Tenemos que avisar en secreto a varios para que se preparen. Necesitamos a Jim, esta cojo y no puede correr, pero es un gran ojeador y explorador, conoce todas las huellas. Y a Poter, es un gran guerrero que sabe cazar y fabricar armas. Tor no lo puede ver porque sabe que en unos años si le ataca lo vence: es lo normal que ocurre siempre. Se lo diré Poter el primero. Pronto llegará el frio, y cuando vuelva el calor nos iremos, mientras tanto lo preparamos todo con el máximo secreto.

A Nan le brillaban los ojos y temblaba, balbucía. –Motoro esta lejos, dijo, y señaló a Zar y luego al sol, y fue bajando sus cinco dedos uno a uno. Toco a Zar y señaló el valle arriba. Cinco soles, y otra vez señaló el valle, a Zar y al suelo, y enseñó sus cinco dedos otra vez. Señaló sus ojos, negó y enseñó todos sus dedos –No te veré dijo con tristeza. –Mas, mas, dijo él y enseño tres veces todos sus dedos. -Le voy a pedir a Motoro que me enseñe a buscar plantas y hacer pócimas para curar heridas y soldar huesos rotos. ,Siii, dijo ella sonriente, hace falta, y empezó a llorar otra vez. Tantos dias… se abrazó a él, notó su erección y la inundó una ola de calor, pero él la apartó de los hombros. –Todavía no. Primero preparamos la marcha, cuando sepamos que podemos marchar, entonces sí. Cuando volvamos del frio y vayamos a marchar. Vale, dijo ella sonriendo, pero dio un salto, se enrolló con sus brazos en su cuello y abrazó sus caderas con sus piernas. Lo besó apasionadamente y luego lo soltó.

Sí, sí, sí, afirmaba con el puño, y sus ojos brillaban como antorchas.

Era otoño, y había mucha comida, muchas frutas maduras de vivos colores, nueces, plátanos, raíces, y se podía cazar y pescar sin dificultad. Pero cuando llegaba el frio era otra cosa, no había nada de comer, solo algunas raíces. Los pájaros se marchaban casi todos, y apenas se veían animales que se pudiesen cazar. Bajarían valle abajo donde mejoraban algo las cosas, pero había muchos clanes y las luchas por la comida eran frecuentes y moría mucha gente. Solo se llevaban bien con una tribu que tenían la piel ceniza. Habían venido del sur hace mucho tiempo perseguidos por otra tribu de piel negra brillante, y eran altos, fuertes y cazaban juntos animales grandes muchas veces, pero en mas de una ocasión Tor y sus guerreros tuvieron que enfrentarse junto con los Nub, que así se hacían llamar, a otras tribus que les disputaban la comida después de haberla cazado, y había muchos muertos y heridos.

Cuando había tanta comida descansaban casi todo el día. Las mujeres eran especialistas en hacer trampas para conejos y liebres, y también redes con tiras de cuero para sacar los peces del río. Las frutas se amontonaban a la sombra de los árboles en aquellas fechas, y hombres y mujeres hacia pequeñas expediciones de caza en busca de conejos. Si la caza era mayor la hacían los hombres las mujeres acorralando las bestias, o conduciéndolas a un foso excavado previamente y tapado con follaje, y alanceándolas después. Las mujeres cuidaban de los niños, y los ancianos, y éstos cuidaban que el fuego no se apagase, manteniendo siempre una brasa encendida mientras estaban en el campamento.

La carne la cocinaban sobre las piedras calientes cerca del fuego, o colgada encima atravesada con un palo en el que le daban vueltas hasta que se desprendía del hueso, Para ellos, encender el fuego era complicado pero no imposible. También cocinaban unos granos que daban algunas plantas, machacándolos con piedras y amasándolos con agua. Alimentaban mucho.

Al regreso se propuso hablar con Poter pero no pudo porque estaba con Tor y otros preparando una expedición de caza. Tardó tres días en poder hablar con él. Le encontró solo por la mañana buscando madera para hacer lanzas, y fue hacia él a ayudarle y buscar el momento perfecto para hablarle. Cuando ya tenían la madera, se acurrucó detrás del tocón de un gran árbol caído y le dijo por señas que lo imitase. Poter tardó en comprender pero al final se sentó junto a él.

-Tengo algo muy importante que decirte le dijo por señas. –Tienes que guardar secreto, si Tor se entera, pasó el dedo por su cuello y el de Poter, nos mata. ¿Quieres saberlo? Después de dudar mirando al suelo levanto la cabeza y asintió, –¿Seguro? Y volvió a señalar su cuello y el de él. Poter se levantó arrogante y afirmó.

Zar lo cogió de una mano y lo sentó de nuevo a su lado y empezó. –Tor es muy malo y peligroso, y te odia, te tiene miedo, teme que lo ataques y lo mates para quitarle el mando. Poter asintió, señaló su pecho y su ojo. –Voy con cuidado. -Trata muy mal a las mujeres, las quiere todas para él y el resto de los hombres nada, Poter asintió furioso. Zar se señaló, cogió un puño suyo con la otra mano y las acercó los dos al corazón. –Yo quiero a Nan, y ella a mi. Aquí hay muchos problemas, cuando venga el frio va a haber mucha hambre, muchos muertos en peleas por la comida en la tribu y con otras tribus. Poter asintió preocupado. –Aquí no se puede vivir, se acurrucó mas, –tenemos que formar un grupo y marcharnos al norte, y puso un dedo sobre su boca en acción suplicante. –Guarda secreto. Yo iré a ver a Motoro el hechicero, el sabe el camino, le pediré que me lo diga y que me enseñe lo que sabe de las plantas de curar; nos hará falta. Tardaré, tres veces todos los dedos.

Tenemos que hacer que hacer armas para mi, y preparar algo de provisiones, una mochila, cuchillos, una maza, dos lanzas con piedra lítica, y mientras yo esté lejos tienes que preparar muchas armas para todos. Poter estaba estupefacto, al principio incrédulo, pero después se acuclilló delante de él le cogió un brazo y le apretó con una fuerza que casi se lo parte. Zar se quejó de dolor y Poter aflojó, miró fijamente y bajo la cabeza asintiendo en señal de sumisión. Le había nombrado jefe!

¿Quien mas lo sabe? Preguntó. –Solo Nan, pero se lo voy a decir también a Jim, el ojeador, si está de acuerdo iré a ver a Motoro, ¿de acuerdo? A Poter le latía el corazón de tal modo que se lo oía desde lejos, se arrodilló delante de Zar y golpeó con furia varias veces la tierra, –Sí, sí, sí!!

Zar hizo otra vez el gesto de boca cerrada, Poter asintió, y se fueron a buscar mas madera. Caía la tarde cuando regresaron al campamento del clan con dos fajos pequeños de madera para lanzas y unas piedras pequeñas. La mayor parte lo dejaron escondido en el bosque.

Lo de Jim fue mas difícil. Cuando lo vio le dijo que quería que le enseñara a seguir las huellas de las cabras y de los conejos. Jim accedió y al otro día al amanecer estaban en el monte del norte. –Lo primero es el viento, porque lleva nuestro olor a los animales, y también trae el suyo. Señaló de donde venia y hacia donde iba. -Lo segundo es encontrar el rastro. Las cabras pasan la noche al abrigo de alguna roca en la parte baja de la montaña o en los valles, y por la mañana suben hacia arriba, por lo que si se cruza la falda de la montaña es fácil encontrarlo. Atentos a los senderos y los excrementos, y mirar si están calientes.

Rápido encontraron un rastro con pisadas de tres o cuatro animales, uno de ellos muy grande. Jim se pego al suelo y se quedó inmóvil y le indicó a Zar que hiciera lo mismo. Despejó una pequeña zona con la mano y apoyó el oído en el suelo y se quedó inmóvil, y Zar hizo lo mismo. Al rato levanta una mano, señala una dirección y dice -“peligro, no cabra”. Los chasquidos de las ramas eran muy sutiles y de poco en poco. Un lobo, como sean muchos estamos perdidos. Planeó. Buscó un árbol donde subirse y solo había uno demasiado pequeño, pero serviría y si es solo uno le harían frente. Se agacharon y cuando oyeron un chasquido de una rama, a una señal de Jim se levantaron. Era solo uno y se quedó parado. –Si corres hacia él escapará por la derecha. Si lo hace, lánzale una lanza, pero por delante, para que al correr lo alcance. Zar asintió. Gritaremos, a tres toques, eso ya lo sabía. Se agacharon, toc, toc, toc. –A por él HAAAAAA! Zar salió de frente lanza en mano y efectivamente el lobo salió corriendo a la derecha. Zar le tiró la lanza con el impulso de la carrera por delante y alcanzó al lobo en las costillas y lo derribó. Pero solo emitió un pequeño grito de dolor y siguió corriendo, no le había pasado nada, la lanza no estaba bien afilada y no penetró en la carne.

Jim había corrido cojeando, pero hacia el árbol; y cuando volvió Zar con la lanza trató de justificarse, –Como no puedo correr fui hacia el árbol por si acaso… estaba claro que era muy inteligente y también egoísta.

-Jim, quiero hablar contigo, le dijo, algo importante. Necesito que me guardes secreto. Jim se puso en guardia, y percibió peligro. –Que es, preguntó. –Necesito que me guardes secreto, es algo peligroso. -No quiero saberlo, dijo.

Zar cayo en la cuenta que Jim vivía bien, no quería mujeres ni hijos, todos le respetaban y tenía todo lo que se podía tener. Se había equivocado con él, pero el daño ya estaba hecho, tenía que captarlo como fuera, era imprescindible para el viaje.

-Existe un gran peligro, dijo, para todos, para ti también. Con el frío morirá mucha gente. Hay muchos problemas.

-¿Cual es el problema? -¿Secreto? Dijo Zar señalando la boca cerrada. Jim toco la cabeza y empezó a caminar en dirección al rastro que ascendía. Al llegar donde se allanaba se tumbó y se arrastró despacio por un tramo largo, Zar venía tras él. Levantó la cabeza y vio las cabras, eran muchas, se habían juntado un rebaño grande. Se agachó, dio hacia atrás, y buscó un árbol para ponerse detrás. Zar lo imitaba. Subió un poco la cabeza y paró un rato. Se puso de perfil y subió otro poco muy despacio y paró, y así muchas veces, muy despacio. Las cabras miraban mucha veces pero no los veían porque se mimetizaban con el bosque; pero eran imposibles de cazar porque estaban lejos. Si hubiese mas hombres que fuesen por el otro lado y las espantaran hacia donde estaban ellos, entonces sí. Solo si tenían suerte y venían pastando hacia ellos podían tirarles una lanza. A Zar le costaba estar inmóvil, pero Jim parecía un palo, no movía ni las pestañas y tenía los ojos medio cerrados. Estuvieron un buen rato así, hasta que apareció un ave de tierra, de las que vuelan mal, caminando y emitiendo un ruido característico. Pasó junto a Jim, y este le dio con su garrote y quedó inmóvil otra vez, pero las cabras vieron algo y una tras otra se fueron lejos. Era un pájaro muy bueno, grande y pesado. La cena para unos cuantos del clan.

-Tengo que contártelo, es algo muy importante y peligroso. Tu vida está en peligro, la mía también, la de todos. Es algo muy importante. Jim tocaba la cabeza… -y no puede saberlo nadie.

-Si das tu palabra te lo contaré y no pasará nada, podremos tomar medidas a tiempo. Es algo muy grave. Si me engañas, yo moriré, pero tengo algún amigo al que ya he dicho que si yo muero, que te maten también. No puedes escapar, estas atrapado igual que yo y que todos.

-Y es fácil, si te lo cuento y no quieres colaborar en la solución, y no dices nada, no pasa nada, nadie morirá por eso. Si lo cuentas moriremos muchos. Y sino quieres saberlo, ya te digo que corres un gran peligro, igual que todos

-Si lo cuento, ¿a ti quien te mata?, Tor? Dijo Jim

-Sí, responde Zar

-¿Y a mi quien me mata?

-Mucha gente, nada mas que yo muera.

-O sea que estoy atrapado. Cuéntamelo

-¿Seguro? ¿secreto?

-Seguro, seguro

-Con el frio de este año morirá mucha gente de hambre y en guerras por la comida… Jim asintió

-No quiero hacerle daño a Tor, pero es un tirano que quiere las mujeres solo para él, y no deja vivir a nadie. Entre él y sus secuaces han matado muchas niñas y niños, a muchas mujeres, y también a muchos hombres. Jim no dijo nada.

-Ya se que el clan no puede crecer más porque no hay comida para tantos, y nos vamos a matar por la comida. Jim asintió.

-He buscado una solución de la que seguro oíste hablar: hay que crear un grupo de gente y marchar al norte. Jim abrió unos ojos como platos. -Hay muchas leyendas de grupos que se fueron y no volvieron mas, no se sabe porque. Pero hay una tribu mas al sur que si que se fueron, pasaron por aquí, ¿lo sabias?

-Sí, dijo Jim, -pero creí que tu no. Mi madre los vio pasar cuando era niña dijo Jim, por eso lo sé, me lo contó antes de morir. Es real, y es una solución, sí. ¿Y por que me lo cuentas?

-Quiero que vengas con nosotros.

-Ya me lo parecía, me lo pensaré. ¿Cuantos hay en el grupo? Tranquilo no diré nada a nadie.

-De momento pocos, pero nadie los conoce salvo yo, ellos no se conocen entre sí y todos guardan secreto, solo saben que si me mata Tor, lo que tienen que hacer contigo.

-¿De cuantos va a ser el grupo que se van?

Zar mostró dos veces todos sus dedos y después con una duda los mostró otra vez. –Si quieres puedes decidir cuantos, y escoger.

Mostró sus cinco dedos, señaló al sol y describió un circulo hacia abajo. -Después de 5 días iré a ver a Motoro. Durante 4 días tienes que instruirme en como evitar los peligros. Iré armado, me las están preparando.

-Está bien, empezaremos ahora mismo. ¿listo? Zar asintió maravillado, lo había conseguido. Sintió que le crecía el pecho y todo el cuerpo.

Jim lo miró serio, levantó la palma izquierda, señaló su boca y levantó un dedo. –Atención solo lo diré una vez, hay mucho que decir.

-Los animales huelen mucho mas que nosotros, por tanto la dirección del viento es muy importante, Hay que fijarse mucho de donde viene…

Cuando caía el sol cogieron el ave y se marcharon. Zar esta aturdido. Cuantas cosas!!

Jim disimulaba su euforia.

-Por la noche piensa, repasa. Mañana yo te pregunto y tienes que responder bien. Le dijo firme.

Zar cogió aire fuerte, miró lejos y asintió. Al rato dijo:Jim, ¿vendrás con nosotros? Yo seré el jefe tu seras mi mano derecha, mi guía.

-Aún no lo se, pero no diré nada.

-Voy a decirte algo mas, te diré el nombre de una persona en quien confío, que esta conmigo en esto y va a venir con nosotros. Jim lo miró serio. -¿porqué? Quiero que lo instruyas mientras que yo esté fuera. Es un gran guerrero y buen cazador, pero poco inteligente, no sabe… Tiene mi confianza, y sabe que he venido a hablar contigo.

-¿Quien es?

-Poter

-Está bien, lo haré. ¿Quien mas hay? Dime alguien mas

-No te diré mas, si no no quedará nadie que te mate si nos traicionas, jajaja, y empezó a reír y a correr.

Antes de llegar al campamento se separaron. Zar llevaba el ave. Cuando dieron solo unos pasos Jim lo llamó.

-Zar no te muevas. Se puso alerta

-No. mirame y no te muevas, bien, así. Iré con vosotros, soy un mas.

Zar soltó el ave y cayo de rodillas, se tapó la cara con las manos y empezó a llorar, pero se dio cuenta que lo hacía mal, que podían detectarlo. Se seco las lagrimas, se levantó y asintió con la cabeza y el puño cerrado.

Al otro día al amanecer cuando se encontraron donde habían quedado y ya nadie los veía, Zar lo cogió del brazo y le dijo: -Gracias por decírmelo separados, si estuviese junto a ti te hubiese abrazado y hubiese puesto todo en evidencia. Se arrodilló le cogió una mano y se la besó. Gracias. Se puso de pié de un salto. –No lo haré mas, tendré cuidado, cumpliré con mi papel.

-Por eso lo hice. A veces eres como un niño Zar; y le dio un puñetazo en un hombro. –Empezamos…,

Había golpeado una torre de músculos, fuerza y de voluntad. Haría de él un jefe, en solo 4 días.

Nan lo vio el día que habló con Jim por la noche. Lo vio llegar y no necesitó que le dijese nada. Lo miró y vio una luz que la miraba con disimulo. Ella le devolvió la luz, dio la vuelta y empezó a caminar, él la siguió desde lejos dando rodeos hasta que llegó a los riscos que daban al rio, y la perdió de vista. Detrás de una roca lo cogió por un brazo lo llevó a la oscuridad y lo abrazó, y estuvo llorando un rato en sus brazos. Sabia que todo estaba arreglado. Tenían una oportunidad. Muy a su pesar suyo él la separó y le dijo, -Ya vale, mucho lloras. -Es de alegría, tonto. Se secó y lo besó. Se separó y le dijo: -Tengo algo para ti. -No no, todavía no! Dijo él. -No es eso, dijo con un mohín. –Te estoy preparando una mochila, no me ha visto nadie, te lo aseguro. -Es de una piel de una cabra pequeña que no vale para vestir, únicamente un niño. Le dijo mas cosas de cortar que no entendió. –Está debajo de aquella piedra grande, si quitas la pequeña la puedes sacar. Fue, la sacó y quedó estupefacto. Era perfecta! Era una piel cosida con tiras de cuero sacadas de las patas y del cuello. Las cuatro patas se unían en el extremo para pasarlas por el cuello, y por el medio también estaba cosida con cuero y tenía un lazo para poder abrirla y cerrarla.

Zar miró a Nan con severidad. –La voy a guardar y no vuelvas a tocarla hasta que me vaya. No vuelvas aquí. Si alguien te vio o te ve estamos perdidos. Tor esta atento y tiene muchos seguidores que vigilan. A ti te vigilan y a mi, y a a Poter también. Nan comprendió su imprudencia y empezó a temblar. –No se, tuve cuidado, creo que nadie me haya visto. -No te muevas, calla y escucha, dijo Zar, a ver si oímos algo.

No se oía nada. Nan le susurró al oído. –Quería ponerte en ella todo lo que te haga falta. Si me lo dices te lo preparo y antes de irte lo metes en la mochila. -No te muevas, dijo Zar, se giró hasta que su boca estuvo cerca de su oído y le hablo muy bajo. –Poter me hará armas, cuchillos, mazas, etc. Jim me dará, a parte de consejos, ropa y comida. Hazme un regalo para Motoro, algo bonito. -Regalo? Dijo Nan. –No se que es eso… Un collar dibujado, una pulsera…Ahh, Se giró y lo besó. La tensión era insoportable así que lo soltó y se fue sola. Él la siguió a distancia como una sombra siguiendo instrucciones de Jim.

El día anterior a la partida Zar los citó a los tres en una hondonada que había formado una riada detrás en una raíz de árbol enorme. Cogían los cuatro con holgura. Poter estuvo de guardia desde la mañana, siguiendo instrucciones de Jim. Cuando el sol estaba en lo alto llegaron los tres, cada uno por un camino diferente. Un rato después, como no se movía nada, Poter se unió al grupo. Estaban sentados en silencio. Zar hablo por señas: -Cuando oscurezca, Poter cogerá mis armas y la comida de Jim y vendrá a traerlo a la mochila, la ropa ya la tengo. Nan sacó temblado de su pecho un objeto y se lo dio a Zar. Era un colgante para el bastón de de mando de Motoro, hecho con una cola de raposo con la punta blanca. Zar sonrió lo guardo en el suyo.

-Hasta que yo vuelva Jim es el jefe. Ante cualquier problema venís a él. Si cogen a alguien nadie puede delatar a los otros, aunque muera.

Guardaron silencio para escuchar si se oía algo, no se oía nada. Asintieron con la cabeza

-Poter, dijo Zar, Jim te enseñará muchas cosas en este tiempo, estate atento, esfuérzate por aprender, si no entiendes algo que te lo repita, después repítelo tu en silencio hasta que lo aprendas.

Nan, te quiero, no volveremos a vernos hasta que vuelva. Se fuerte. Se le asomaron las lagrimas, pero su mirada se volvió dura como la roca.

-A media noche vendré, cogeré la mochila y me iré. Sé el camino, ya estuve cerca, y Jim me orientó con el resto. Cuando vuelva tratadme mal en presencia de la gente. Echadme en cara donde he estado, y entre vosotros poneros mala cara también en el campamento.

Nos vamos, primero saldrá Poter, sino no hay peligro silvará como la alondra y saldrá Jim con Nan por el sur. Si hay peligro imitara al cuco, y nos dispersaremos y esperaremos.

Cuando pasen Jim y Nan volverás a silbar como la alondra y saldré yo, y la adelantaré por la montaña sin ser visto.

Así lo hicieron, y esta vez era Jim, el hombre frio e inteligente el que lloraba. No esperaba ver ni vivir tanto.

Cuando salió el sol Zar esta lejos, había caminado duro, pero oteando el horizonte sin parar.

Encontró mucha fruta: frambuesas, moras y arándanos. Comió hasta hartarse, así ahorraría la comida seca que llevaba.

Estaba bien equipado, tenía una piel de cabra grande en la espalda y los brazos y en las piernas dos pieles de oveja. Los pies los cubria con piel de venado, y el mochila llevaba repuesto por si se rompían.

Llevaba dos cuchillos escondidos en los pies y otro en la cintura. Una lanza con punta de lítica y mas puntas en la mochila con resina para amarrarlas.

Le daba el sueño pero se obligó a correr hasta alcanzar una loma que se veía a lo lejos, allí esperaba encontrar un lugar seguro para pasar la noche. Lo encontró. Había muchos refugios hechos por otros hombres y también muchos ajos silvestres, que eran dulces y muy nutritivos. Comió un poco de su carne seca, se apretó debajo de una raíz de árbol ya seca, con la lanza en una mano y un cuchillo en la otra y se durmió.

Estaba amaneciendo cuando despertó. Silencio… no se oía nada. Salió muy despacio mirando la dirección del viento y oteando todo. Tenía que hacer sus necesidades, y salir corriendo, porque el olor atrae depredadores. Lo hizo, y salió en dirección contraria al viento.

Tres días mas tarde estaba en el límite de lo que conocía, se había adelantado un día. Allí tendría que cambiar de valle, subir hasta una cascada, girar a la izquierda y volver a subir. Motoro vivía en una cueva cerrada con piedras a la entrada en la que había una puerta cubierta por una gran piel de un animal muy grande.

Lo encontró sin problema, pero se confió, y al acercarse, cayeron sobre él muchos hombres que le golpearon. Luchó, pero eran demasiados, le sujetaron por brazos y piernas y le quitaron todo, las armas y la mochila.

Motoro tenía muchos defensores y a lo que parecía muchos enemigos también. Le llevaron ante él atado de pies y manos con unas lianas retorcidas, y le pusieron boca abajo. Empezó a toser por los golpes pero no le dejaron cambiar de posición. –Yo Zar, yo Zar, tu Motoro, tu Motoro. Se fue poniendo de rodillas con al cabeza en el suelo. –Quiero hablar contigo. Hablar, hablar. Estaba jadeante, fatigado y sangraba por la boca. Sintió que le liberaban de las lianas de las manos. Se incorporó aún de rodillas y se inclinó de nuevo dando gracias… –Llevo días caminando solo, quiero hablar contigo y pedirte ayuda… mi mochila, necesito mi mochila, los guardias no decían nada, a una seña de Motoro se la trajeron y la vació delante. Muchas lanzas lo apuntaban. Apartó los cuchillos, la comida seca y otras cosas, cogió el regalo con las dos manos y se lo ofreció a Motoro, pero este no entendió para que era. Les pidió clama a los guerreros que lo apuntaban y se puso de pie y señaló el bastón de mando. Empezó a caminar muy despacio hacia él pero le pusieron dos lanzas en el pecho. A una señal de Motoro quitaron las lanzas y también las lianas de los pies. Señaló otra vez el bastón y caminó muy despacio hacia él. Motoro le dejó cogerlo, pasó una anilla de cuero por la parte superior y sujetó el regalo al bastón, lo extendió de modo que quedara bonito con su punta blanca, lo enseño a Motoro y a los presentes y se lo ofreció con las dos manos, y la cabeza baja.

A una señal solo quedaron cuatro guerreros trajeron agua y comida. –Yo también tengo comida, cogió la suya y se la ofreció, Motoro la probó.

Zar señalo el bastón, –Es un regalo de mi novia Nan, Motoro sonrió agradecido, –Nan, dijo. –Soy de la tribu de Tor. Motoro se puso en guardia y las lanzas otra vez apuntando.

-Tor es muy malo, somos un grupo que queremos marcharnos al norte, donde ya se fueron muchos. -Tu conoces el camino, vengo a pedirte que me lo digas.

-Y también a que me enseñes a curar con las plantas, nos va a hacer falta. Esto alagó mucho a Motoro, su conocimiento no estaba bien visto, lo consideraban un brujo malo, perverso, y él solo curaba con lo que sabia.

-Esta bien, lo haré.

Zar se arrodillo y se inclinó hasta tocar con la cabeza el suelo. –Levanta le dijo, -pero antes del mapa quiero ver si te esfuerzas por aprender, si te lo mereces.

-¿Mapa? ¿que es mapa?

-Un trozo de cuero con unas lineas que representan cosas, un camino. Etc. Le enseña uno. –Este es para llegar aquí. Le enseña uno con los dos valles, y la montaña dibujadas, la cascada, el giro a la izquierda y la casa de Motoro. –Siii si, asintió sonriendo.

-¿Empezamos con las plantas? ¿Cuando quieres empezar? -Cuando quieras. -¿Ahora?, -Ahora mismo, sí. ¿Cuántos días tienes? Le enseño dos veces las manos. Muy poco, hacen falta muchas lunas. No tengo más, con el frio se cambiarán de campamento y luego no los encontraré, y a la vuelta del calor queremos marchar.

-Empezamos.

10 soles seguidos, de día y de noche, en el monte y en la cabaña, apenas dormían. Zar estaba muy agradecido, y Motoro maravillado, nunca había tenido un alumno tan bueno como Zar.

-Motoro, me gustaría que tu guerrero jefe me enseñase a luchar, le he visto y es muy bueno.

-Me hace falta, me quedaré otros 5 soles. dijo con una mano –y podrás enseñarme mas cosas.

Motoro asintió y le mandó a Gan, su guerrero, que enseñara algo a Zar. Este le dio una lanza y le pidió que lo atacara, pero Zar no se atrevía, tenía miedo hacerle daño. –Venga, venga, ataca. Motoro también se lo pidió, y Zar atacó de frente, pero Gan giró en redondo le cogió la lanza y lo derribó. Se la dio otra vez, y otra vez lo mismo. Se la dio de nuevo y esta vez la blandió a media altura, pero Gan saltó y no lo tocó. La blandió al otro lado y esta vez Gan salto hacia adelante y quedó junto a él, le cogió del cuello y lo levantó. Zar se puso furioso por el ridículo, y Gan le reprendió. –Mal, no sabes, y tienes que aprender, no ponerte furioso, fijarte y aprender, tranquilo, respira..

Los 5 soles siguientes le enseño un rato por la mañana y otro por la tarde, el resto del tiempo estaba con Motoro.

Por fin llegó el día, Motoro le dio el mapa y se lo explicó. Había un gran rio a la derecha y muchos mas a la izquierda, una cruz y muchas manchas pequeñas. Por encima había una gran mancha azul y una linea que partía de la cruz, bordeaba por la derecha la mancha azul y acababa en una flecha encima de la mancha

-Estas lineas son ríos, Esta tan larga es un gran rio que tenéis que cruzar. Zar asintió y preguntó, –las manchas azules?Son lagos, mucha agua. -Y la gran mancha? -Es un mar. Muchísima agua, no se puede cruzar. -Tenemos que seguir la flecha. -Si, dijo Motoro. -¿Y cuanto tardaremos en llegar? Tres o cuatro fríos, o mas!. -Tres fríos, eso es mucho!! -Si, dijo Motoro, o más!

Memoriza el mapa por si lo pierdes o te lo quitan, y dibujalo varias veces para estar seguro.

Abrazó a Motoro y éste le besó en la frente y le dio dos amuletos. Eran una cinta de cuero en el que había colgado un colmillo de lobo con un agujero en cada uno. -El espíritu del lobo os acompañará y os protegerá. Uno es para ti y otro para Nan.

Abrazó a muchos y cuando llegó a Gan este le lanzó un golpe con su porra. Zar esperó a ver la trayectoria, se agachó la dejó pasar y golpeó con su hombro el de Gan, desequilibrándolo. Gan se rio y dijo –Bien!, y los demás también rieron.

Se llevaba mucho… Había aprendido mucho y llevaba el mapa. Cuando había caminado unos pasos se volvió, puso sus manos en el corazón y se inclinó varias veces. –Os llevo en el corazón, gracias, gracias. Le decían adiós con la mano, y muchos hombres y mujeres lloraban.

En 4 soles estaba en el campamento, escondió la mochila con el mapa, y esperó a por la noche para entrar. Nada mas verlo se corrió la voz, enseguida apareció Poter y le amenazó con la lanza, ¿donde estuviste? ¿cazando para otros? Zar cogió la punta de la lanza como le había enseñado Gan, tiró de ella y desequilibró a Poter. Además dio con su hombro en el de él y lo derribó, y esto enfureció realmente a Poter y tuvieron que separarlos. Buen recibimiento, pensó.

Se dirigió a ver a ver a su padre y a su hermano pequeño, pero aparecieron dos guerreros de Tor con lanzas.

Lo estudiaron. –Quiero registrarte, dijo uno, estaba claro que cumplían ordenes de Tor, que seguro estaba a acecho.

No, dijo. Le apuntaron con las lanzas a a la cara, y en vez de retroceder avanzó, soltó la suya y cogió las de ellos por la punta, empujó hacia atrás y luego tiró. Ellos vinieron hacia adelante y con los brazos estirados les impactó los puños en la frente, y primero de uno y después de otro y perdieron momentáneamente la conciencia. Rápidamente dio la vuelta a uno para que quedaran paralelos, cogió sus lanzas, se subió encima, con un pié en cada pecho y les puso sus lanzas en la garganta. –Quietos!!, si os movéis os mato. He tenido muchos problemas y he tenido que luchar. Bajaron las manos –Cuidado!!

Se levantaron y les arrojó las lanzas. Uno se fue corriendo pero el otro le atracó de nuevo. Hizo lo que Gan con él tantas veces. Esquivó el ataque, le cogió la lanza y se la quito derribándolo. Cuando se levantó, hizo un giro y le golpeó con fuerza con el poyo de la lanza cogida con las dos manos en el pecho, y lo dejo sin respiración; se giró y le dio un golpe tremendo en la espalda que partió la lanza. Su oponente cayo inmóvil; respiraba, pero con mucha dificultad. Con la rodilla acabó de partir la lanza y la tiró junto a su cara. Cogió la suya y se fue corriendo, pasó donde estaba su padre con cara de espanto, y su hermano de la mano. –Estoy bien, les gritó, y salió corriendo fuera del campamento.

Tor seguro que lo había visto y le perseguiría; pero en la oscuridad no se atrevería. Creerían que se había ido otra vez, pero se iban a llevar una sorpresa.

Comió unas moras que había visto al llegar, y al día siguiente fue al sitio donde se habían reunido. Buscó un sitio seguro y esperó. Al poco llega Poter que también buscaba un sitio seguro, le dejó colocarse y le tiró una piedra. No había nadie mas, bajaron y se cogieron de las manos. Tengo el mapa de la dirección, he aprendido a luchar y a curar con plantas. Poter estaba estupefacto, temblaba. –Avisas a los otros, mañana cuando lo otros coman, todos aquí, Poter asintió. –Y he visto una madriguera de conejo pasado aquel árbol de la rama seca. Busca a Tor y dile que te enseñe si es de conejo o no. Ven tu con él y que no venga nadie mas. Me presentaré y no le haré daño, pero le exigiré respeto. Poter asintió otra vez. ¿Todo bien por aquí?,si. Le abrazó y fue a ver la madriguera, que sí era de conejo.

Bastante después apareció Tor con Poter y un guerrero mas. Antes de que llegaran a la madriguera, Zar salió de repente detrás de un árbol y los asustó. Quiero hablar contigo, contigo solo, estos dos fuera. Poter tocó al guerrero y le indicó que los dos retrocedieran, pero no hacía caso, pero ante un gesto de Tor se fue con Poter.

No quiero matarte ni hacerte daño, pero tendrás que respetarme. No quiero quitarte el puesto pero tendrás que dejar de perseguir a Nan y a todas las mujeres, y de matar niños y niñas, y también mujeres.

-Somos demasiados, dijo Tor, el clan no puede seguir creciendo, no hay comida para todos, no puede haber mas niños, acabaremos matándonos por la comida, hay que controlar.

-Mientes. Tu quieres todas la mujeres para ti, y si tienen hijos aunque sean tuyos, los matas igual. Es cierto que somos demasiados, habrá que pensar una solución, pero tu actitud es intolerable. Si vuelves a hacerlo te mataremos. Te odia casi todo el mundo, todas la mujeres y casi todos los hombres, solo tienes 4 o 5 guerreros que te defienden porque los tratas bien, el resto te odia. Si lo vuelves a hacer te prometo que te matarán las mujeres, y no tienes ni idea de los malas que son, ni de lo que te odian.

-Me odian, pero son débiles y tienen miedo, no valen para nada. Antes de que se diera cuenta tenía la punta lítica de la la lanza de Zar en la garganta y le hizo sangrar. Dio un respingo y levantó las manos. –No se te olvide, ni tocar a las mujeres ni a ninguno de los míos. O sea, a todos menos a tus guerreros. ¿De acuerdo? Tor asintió y Zar retiró la lanza. -¿Donde ibais? -A ver una madriguera. -Vamos a verla, y después al campamento.

Era solo una tregua. Tor trataría de matarlo, pero iría con cuidado. Cuando llegaron todo el mundo los vio juntos, y a Tor con la cabeza gacha.

Al amanecer del día siguiente Zar estaba en su puesto de observación. Al poco llega Porter, pero esta vez no le dijo nada. Ya pasado el mediodía llegan Jim y Nan; se reunieron y le abrazaron, le acariciaban la barba, el pelo, los brazos; y él también a ellos. Nan estaba exultante y se había puesto una flor en el pelo. Guapísima, pensó Zar.

Les contó todo; lo peor, que estaba muy lejos, nacerían niños y morirían algunos antes de llegar. Les enseñó el mapa y que quería decir, les pidió que lo memorizaran, que lo dibujaran en el suelo para poder acordarse y luego que lo borraran. Compararían los dibujos con el mapa a ver si lo hacían bien.

Le enseño a Nan los amuletos del espíritu del lobo que le había dado Motoro, se los pusieron y Nan no pudo contener la emoción, se abrazó a su cuello y rompió a llorar. Los guardaron junto con el mapa hasta el día de la partida. Cazarían lobos y harían mas amuletos, uno para cada uno de los que se iban. Ese seria su estigma, el espíritu del lobo. Durante el frio elegirían a los que se iban a ir con ellos; y cuando volvieran a aquel campamento se lo irían diciendo en secreto. Antes de partir les darían un amuleto a cada uno.

El frío fue duro como siempre, con grandes cacerías, muchos heridos y muertos en luchas con otras tribus. Tor seguía haciendo de las suyas; pero a escondidas y simulando accidentes. Cazaron muchos antílopes por las pieles mas que la carne, y también 4 lobos.

Por fin regresaron cuando mejoró el tiempo, con un ajuar de pieles y dientes de lobo, La mayoría de los que se iban, ya lo sabían y guardaban secreto. Aquella noche, después de encender el fuego Zar se fue a por Nan, la levantó por las axilas y le dijo, –Hoy sí, Nan, hoy sí!.

Al día siguiente llamaron a Tor al centro del campamento rodeado por la mitad del grupo, Zar se lo dijo: Nos vamos, los que tenemos este amuleto en el cuello nos vamos; si alguno más quiere venir, ahora puede. El viaje va a ser difícil y largo; tres o cuatro fríos, pero la vida aquí es insoportable.

Tor no comprendía y no salia de su asombro. Se llevaban lo mejor de la gente y acabó suplicando; –Quedaros, te cedo el puesto de jefe… Nada… De todas partes surgieron petates, mochilas con cosas, armas, comida seca… y la comitiva se puso en marcha con los ojos cargados de ilusión y esperanza; y los que quedaban, con ellos cargados de tristeza y melancolía.

Sabían lo que tenían que hacer; como vigilar, cazar, organizar el campamento con los niños en medio, etc.

Pararemos a ver a Motoro y que nos de su bendición.

Al poco rato se veía una fila de gente del color de la tierra que caminaban despacio. En la última loma visible desde el campamento se volvieron a mirar por última vez a su gente; a la que no volverían a ver nunca mas. Había una gran fila en el horizonte de gente mayor, niños y niñas que lloraban desconsoladamente por los que ya no volverían a ver; por los que se iban en busca de un futuro mejor. Una imagen patética y cruel, por la que alguno estuvo a punto de dar la vuelta. Pero siguió. No había vuelta atrás.

Comparte en tus redes sociales
error: Content is protected !!